Noviazgo: El amor verdadero no es ciego

Noviazgo: El amor verdadero no es ciego

Samuel era un joven, brillante y cálido. En el trabajo, en la universidad, en todos sus círculos. Sonreía y expresaba amabilidad, parecía capaz de hacer todo bien.

Elisa era la máxima expresión de amor humano atrapado en el cuerpo de una persona, enamorada de Dios y comprometida en su relación con Él.

Ella conoció a Samuel en la universidad, al compartir clases pronto se hicieron muy buenos amigos. En poco tiempo ya surgía algo más que amistad. Un amor muy delicado comenzó a cultivarse y todo parecía ir muy bien. Ambos eran cristianos, lo cual parecía ser un punto a favor.

Pronto las familias entraron a juego y Samuel conocería a los padres de Elisa como su novio, oficialmente. Como era de esperarse, Samuel, con su don de gentes, se ganó a la familia en un abrir y cerrar de ojos. Todos comentaban cuan bueno y diligente resultaba el novio de la muchacha.

Entonces, algo cambió.

Pasado el tiempo y con ello, el encanto, Samuel comenzó a tomar actitudes que en un principio no había mostrado, volviéndose celoso, posesivo y controlador. Lo había hecho de forma tan sutil que la amorosa Elisa fue incapaz de notarlo por mucho tiempo.

Cierto día Elisa asistió a una reunión con algunas amigas que hacía mucho tiempo no veía. Había tanto que platicar y miles de risas que compartir que no se dio cuenta cuando su novio le llamó en reiteradas ocasiones a su teléfono móvil. Cuando notó las llamadas perdidas ella le llamó para contarle de su reencuentro con sus amigas. Su sorpresa fue enorme cuando notó la actitud de Samuel. Él comenzó a gritarle y a poner en duda la versión de ella, le insinuaba que debía haberse visto con otro chico y por eso no contestaba sus llamadas.

En tono amenazante le advirtió que esta sería la última vez que ella no respondiera a tiempo el teléfono, incluso se escuchaba como lanzaba cosas al suelo mientras dejaba saltar su frustración.

Elisa había sido educada por sus padres de tal modo que debía respetar a los demás, pero también debía esperar respeto y amor hacia ella. En un instante se dio cuenta que aquella actitud tan violenta de parte de Samuel no podía ser algo aislado y que pronto escalaría a más, recordó cada ocasión anterior en la que él había dado muestras de su comportamiento y ella había ignorado. Supo al instante que, en el fondo, no era el chico perfecto que había visto en él y que no debía esperar más tiempo para ponerle fin a su relación.

Ella sintió como su corazón se hallaba en una encrucijada y poco a poco se rompía al notar que su amor no podría ser. Alguien que la irrespetara de esa forma, en lo absoluto podría ser un buen marido.

La relación de ambos terminó ese mismo día y aunque Samuel intentó disculparse y hacerle creer que aquella actitud no volvería a repetirse, Elisa supo que sus intenciones, aunque parecían oro, no eran más que una mentira adornada y se alejó por completo de él.

Elisa conoció a otro hombre y después de cultivar una hermosa relación de noviazgo decidieron casarse y ahora es feliz, al lado de un hombre que la respeta y la ama.

También supo por parte de algunas amistades que tenía en común con Samuel, que él se casó y que tiempo después fue acusado por su pareja de violencia doméstica.

“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” —Romanos 12:9-10

Cuando se alcanza un nivel de madurez en la vida donde se planea compartir planes, metas y la felicidad con otra persona, es un paso que requiere de gran meditación. Se busca no fracasar al entregar el corazón.

Será Dios quien brindará el discernimiento, si tú se lo permites, de descubrir si esa persona es la pareja que se ha de elegir en salud y enfermedad, por el resto de la vida, para compartir vivencias, dolores y bendiciones.

Sin embargo, muchas veces la tentación se presentará como esa maravillosa oportunidad, y la fe será puesta a prueba.

Si estás en el momento de tu vida en el que debes tomar esta decisión, no olvides nunca que Dios te ama y quiere que encuentres la felicidad al lado de una persona que también te ame con sinceridad. No tomes una decisión a la ligera, el noviazgo es una etapa que no debes apresurar y mucho menos saltarte. Es la etapa en la que debes conocer detenidamente a la persona que quieres aceptar como tu cónyuge para el resto de tu vida, debes poner atención a cada detalle y saber poner fin a cualquier relación que no sea conveniente, aún cuando creas que amas demasiado a la otra persona, no dejes que tus sentimientos decidan antes que la razón. Recuerda que el amor verdadero no es ciego.

Sigue los consejos que Dios ha dejado en la Biblia, pon atención a las palabras de quienes te rodean y te aman, tu familia, tu iglesia. Muchas veces Dios habla a través de otras personas para aconsejarnos y advertirnos. Con oración y fe podrás discernir la mejor decisión para tu vida.

Si eres una persona que ya pasó la etapa de escoger pareja. Tal vez lo hiciste muy bien, o quizás te equivocaste y ahora te arrepientes. No olvides que Dios también tiene poder para sanarnos y ayudarnos a superar los errores que cometimos, aunque a veces debamos aprender a sobrellevar las consecuencias. Recuerda que debes enseñar a tus hijos/as, sobrinos/as, nietos/as y cualquier otro ser querido, a amar, a respetar y exigir respeto. Que nadie debe hacer sentirle menos valioso. Sobre todo enséñale a depender de Dios y a saber escuchar su voz y seguir sus pasos.

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